
Santo Domingo.- El Padre Rogelio dice que un pueblo sin norte, sin dirección, el pueblo anestesiado como en los momentos actuales, pero cuando ese pueblo se da cuenta de su situación y comienza a tomar forma la voluntad y el deseo de participación, es entonces cuando comienza a gestarse un pueblo, en el sentido profundo y real de lo que implica el término pueblo.
El pueblo se hace, no nace, o existe por sí mismo. Lo cual es fruto de la praxis de la participación consciente y organizada.
Entonces, para que haya pueblo en necesario que haya una conciencia colectiva que tome en cuenta los problemas, conflictos y opresiones que no les permiten salir adelante.
Es necesaria una organización en torno a unos intereses y unas luchas concretas. Es necesario un proyecto histórico que motive y sea el motor de todo.
Es necesaria la movilización que nos permita crear una sociedad con relaciones diferentes y que esté abierta a todo proceso de humanización.
Todo esto facilita que surjan organizaciones populares (sindicatos, asociaciones, clubes, juntas de vecinos, grupos de acción, grupos de reflexión, comunidades de base o cualquier otro tipo de organización) que están al servicio de los intereses de la mayoría, no buscando intereses particulares o que correspondan a los intereses de los partidos o grupos de turnos. Estas nuevas organizaciones deben ser radicalmente democráticas.
De esta manera las organizaciones populares se convierten en lugar de participación, en medios educativos, en matriz de conciencia colectiva crítica, y cauce de cualquier tipo de movilización; dejando de ser negocios particulares de grupos que viven y tienen las organizaciones como medio de vida.
Hay que devolver la credibilidad a las organizaciones populares, pues, la gente las ve como negocios particulares.
Hay la necesidad de reinventar nuevas organizaciones con nuevos protagonistas, nuevas formas de dirigir y sobre todo con la clara conciencia de que lo que se busca es el bien de la mayoría, el bien de todos y todas no del grupito de siempre.
Para esto hay que educarse, educar a la población, educar a los políticos, donde se aprenda a escuchar las ansias del pueblo, donde se prenda y se parta siempre de la cultura popular, donde no se tenga miedo al pueblo, sino que aprendamos a estar insertos en las luchas del pueblo.
Es la política del apretón de manos y del poder como servicio a la colectividad.